¡Él es Dios!
¡Alabado seas, oh mi Señor, oh mi Señor! Te invoco desde lo más hondo de mi corazón, desde lo más íntimo de mi ser, la realidad de mi esencia, el centro mismo de mi vida. Te traigo a la mente desde mi ser exterior e interior, desde mis huesos, mi carne y mi sangre, desde mi alma y mi corazón y mi lengua y mi pluma, ardiendo con el fuego de mi amor por Tus elegidos, extasiado de anhelo por Tus más favorecidos, aquellos que han entregado sus vidas en Tu camino y han renunciado a sí mismos, por amor a Ti, y a su propia sangre, en su anhelo por Ti. Estos son aquellos que han hecho de sí mismos el blanco de las flechas, a quienes les ha sabido a dulce el acero mordaz de la punta de lanza, quienes han ansiado que, en aras de la exaltación de Tu Palabra, sus cabezas se eleven sobre los arpones, y que sus corazones sean desgarrados, por la adoración a Tu belleza y el anhelo por Tu presencia y el ansia de Tu amor y, deseando ardientemente exaltar Tu gloria, ser atraídos hacia Tu cielo, y ahogados en el mar de la devoción a Ti. Entre ellos se encontraba este joven, hermoso y dulce, a quien Tú llamaste 'Alí el
Menor en el reino de los nombres y, en el reino de los atributos, has hecho que sea 'Alí el Grande.3 Pues cuando bebió, oh mi Señor, de la copa de las dádivas de la mano del copero de Tu gracia, se embriagó con el vino carmesí del amor por Ti, y sobre el horizonte de su corazón aparecieron los rayos luminosos del conocimiento de Ti. Entonces se extasió con el vino del deseo por Ti y, movido por su anhelo por Ti, corrió presuroso hacia el campo de los mártires y, siguiendo Tu camino, abandonó la cámara nupcial en su noche de bodas, dejó su apacible comodidad y contento por un lugar de aflicción y dolor, y desde su rango de honor y estima fue arrojado a las profundidades de la humillación y el oprobio.
Y luego, por decreto de la peor de Tus criaturas, tiñó su mejilla suave y delicada con el rubor de su sangre derramada, y con esa sangre vital tiñó sus tupidos bucles. Entonces trocó el fino ropaje bordado con que se había vestido para su noche de bodas por prendas oscurecidas por manchas de sangre, y yació en el camastro de los despreciados y los desdeñados, sobre el polvo de la miseria y la derrota, en lugar de la feliz tranquilidad de su lecho. Esto lo hizo en su anhelo por Tu reino, el todoglorioso, y Tu Compañía de Abhá. Entonces abrieron su pecho, que se había alegrado con las muestras de Tu amor, y desgarraron su corazón, que ardía de deseo por Ti; y en Tu camino, dispararon sus flechas de odio contra su puro y abierto torso y, con su cruel espada, truncaron esa noble cabeza a causa de su amor por Ti.
Luego colocaron su cabeza en la punta de su lanza opresora, y la llevaron a su tierna y cruelmente agraviada madre, y a su honorable y apenada esposa. Y a fin de aterrar sus corazones y amenazarlas aun más, para hacer que su fe vacilara y que sus pies tropezaran en Tu camino de verdad, Tu camino recto, la arrojaron al patio de su espacioso hogar.
Alabado seas, oh mi Señor, por haber mantenido sus corazones firmemente arraigados en Tu amor. Tomaron esa noble cabeza y la depositaron fuera de la casa y, devolviendo ese tesoro a los despiadados entre Tus criaturas, les dijeron: «¡Dios no lo quiera! No aceptaremos el retorno de la cabeza que hemos ofrecido en el camino de Dios. No la pediremos de nuevo, esa gema oculta, la perla atesorada y bien guardada que hemos entregado por nuestro amor a Dios. ¡Oh! ¡Ojalá que esta hermosa cabeza desaparezca bajo el feroz galope de los caballos! ¡Ojalá que los corceles de los despiadados la pisoteen hasta convertirla en polvo!».
¡Oh mi Señor! Haz de este mártir un héroe en Tu Reino, haz que sea un fuerte pilar en Tus excelsos dominios, y una estrella fulgurante en Tu resplandeciente cielo.
- `Abdu'l-Bahá
¡Oh Señor, mi Señor! Te alabo y doy gracias por el favor que has otorgado a esta débil sierva Tuya, Tu sirvienta que Te suplica y ora fervientemente, por cuanto la has guiado hacia Tu Recto Sendero, la has conducido a Tu Luminoso Reino, has inclinado su oído a Tu más sublime Llamada en el mismísimo corazón del mundo, y has desvelado a sus ojos Tus signos, que atestiguan la revelación de Tu supremo dominio sobre todas las cosas.
¡Oh mi Señor! A Ti dedico aquello que hay en mi seno. Haz que esta criatura sea alabada en Tu Reino, sea bendecida por Tu gracia y generosidad, y crezca y se desarrolle dentro de la fortaleza de Tu educación. Verdaderamente, Tú eres el Más Generoso, el Señor de abundante gracia.
- `Abdu'l-Bahá
¡Oh Señor! Tú lo concediste, y Tú lo llamaste de nuevo a Ti. Todo lo que Tú dispones debe obedecerse, y todo lo que Tú ordenas es la esencia misma de la sabiduría. Estoy contento con Tu decreto, anhelo Tus pruebas y confío plenamente en Tu custodia. ¡Oh Dios, mi Dios! Anima mi corazón mediante una paciencia y perseverancia dignas en cualquier dolorosa aflicción. Concédeme fortaleza, oh Señor, y haz que me cuente entre aquellos siervos Tuyos que han sometido su voluntad a Tu decreto, que soportan pacientemente toda prueba enviada por Ti, que no huellan otro sendero más que el de la resignación, y a quienes ninguna pena, por grande que sea, puede jamás entristecer. Tú eres, en verdad, el Munífico, el Compasivo, el Todomisericordioso.
- `Abdu'l-Bahá
¡Oh mi Dios! En verdad, el tabernáculo de la justicia ha sido levantado en el este y el oeste de esta Tierra Santa. Te alabamos y Te damos gracias por la llegada de esta autoridad justa y este gobierno triunfante, que ejerce su poder para la comodidad de sus súbditos y el bienestar de toda la gente. ¡Oh Dios! Asiste al gran emperador Jorge V, rey de Inglaterra, por medio de Tu gracia eterna y Tus confirmaciones divinas. Preserva, pues, su sombra protectora sobre esta venerable tierra mediante Tu ayuda, protección y cuidado. Verdaderamente, Tú eres el Todopoderoso, el Más Exaltado, el Todoglorioso, el Más Generoso.
- `Abdu'l-Bahá
¡Él es el Más Glorioso!
¡Oh mi Señor misericordioso! Este es un jacinto que ha crecido en el jardín de Tu agrado y un retoño que ha aparecido en el vergel del conocimiento verdadero. ¡Oh Señor de munificencia! Haz que sea refrescado continuamente con Tus brisas vivificantes y que reverdezca, lozano y floreciente, mediante las efusiones de las nubes de Tus favores, oh Tú Señor bondadoso.
Verdaderamente, Tú eres el Todoglorioso.
- `Abdu'l-Bahá
¡Él es Dios!
¡Oh bondadoso Señor! Somos pobres niños, pequeños y necesitados, y, aun así, somos plantas que han brotado junto a Tu arroyo celestial y retoños cubiertos de flores en Tu primavera divina. Haz que nos volvamos verdes y lozanos mediante las efusiones de las nubes de Tu misericordia; ayúdanos a crecer y desarrollarnos con los rayos del sol de Tus generosas dádivas, y haz que nos refresque la brisa vivificadora que sopla desde las praderas de la Verdad. Permítenos llegar a ser árboles florecientes cargados de frutos en el vergel del conocimiento, estrellas resplandecientes que brillen en el horizonte de la felicidad eterna y lámparas radiantes que iluminen al conjunto de la humanidad.
¡Oh Señor! Si nos fuera brindado Tu tierno cuidado, cada uno de nosotros se remontaría, como un águila, al pináculo del conocimiento; mas, si nos abandonaran a nuestra suerte, nos consumiríamos y caeríamos en la carencia y la frustración. Seamos lo que seamos, de Ti procedemos y ante Tu umbral buscamos refugio.
Tú eres el Otorgador, el Munífico, el Más Amoroso.
- `Abdu'l-Bahá
¡Él es Dios!
¡Oh Dios puro! Permite que estos retoños, que han brotado junto al torrente de Tu guía, se vuelvan verdes y lozanos mediante las efusiones de las nubes de Tu tierna misericordia; haz que se mezan con las suaves brisas que soplan desde las praderas de Tu unicidad y permite que sean revividos por los rayos del Sol de la Realidad, para que continuamente crezcan y florezcan y se cubran de flores y frutos.
¡Oh Señor, Dios! Otórgale entendimiento a cada uno de ellos, dales poder y fuerza y haz que reflejen Tu divina ayuda y confirmación de modo que se conviertan en las más distinguidas de las gentes.
Tú eres el Fuerte y el Poderoso.
- `Abdu'l-Bahá
¡Oh Señor!
¡Oh Señor! Ayuda a esta hija del Reino a que sea exaltada en ambos mundos; haz que se aleje de este mundo mortal de polvo y de quienes han puesto en él sus corazones, y permítele comulgar con el mundo de la inmortalidad y permanecer estrechamente asociada con él. Concédele poder celestial y fortalécela con los hálitos del Espíritu Santo para que se disponga a servirte.
Tú eres el Poderoso.
- `Abdu'l-Bahá
¡Oh bondadoso Señor!
Permite que estos árboles lleguen a ser el adorno del Paraíso de Abhá. Haz que crezcan por medio de Tu dádiva celestial. Hazlos verdes y lozanos y humedécelos con gotas del rocío del paraíso. Atavíalos con mantos de radiante belleza y corona sus cabezas con preciosas flores. Adórnalos con excelentes frutos y esparce sobre ellos Tus dulces aromas.
Tú eres el Otorgador, el Más Amoroso, el Más Esplendoroso, el Más Resplandeciente.
- `Abdu'l-Bahá
¡Él es Dios!
¡Oh Dios, mi Dios! Somos niños que hemos sido nutridos con la leche del conocimiento divino del seno de Tu amor y admitidos en Tu Reino a muy corta edad. De día y de noche Te imploramos diciendo: ¡Oh Señor! Haz firmes nuestros pasos en Tu Fe, resguárdanos en la fortaleza de Tu protección, aliméntanos de Tu mesa celestial, permítenos llegar a ser señales de guía divina y lámparas que resplandecen con una conducta recta, y ayúdanos con el poder de los ángeles de Tu reino, oh Tú que eres el Señor de gloria y majestad.
En verdad, Tú eres el Otorgador, el Misericordioso, el Compasivo.
- `Abdu'l-Bahá
¡Oh Señor de maravillosa gracia!
Concédenos nuevas bendiciones. Confiérenos el frescor de la primavera. Somos retoños plantados por los dedos de Tu munificencia y hemos sido creados del agua y la arcilla de Tu tierno afecto. Tenemos sed de las aguas vivas de Tus favores y dependemos de las efusiones de las nubes de Tu generosidad. No abandones a su suerte esta arboleda donde se albergan nuestras esperanzas ni la prives de las lluvias de tu bondadoso afecto. Permite que de las nubes de Tu misericordia caiga una lluvia copiosa para que los árboles de nuestra vida den fruto y alcancemos el más caro deseo de nuestro corazón.
- `Abdu'l-Bahá
¡Él es Dios!
¡Oh Señor incomparable! Alabado seas por haber encendido aquella luz en la lámpara del Concurso de lo alto, por haber guiado a aquella ave de fidelidad al nido del Reino de Abhá. Has unido ese precioso río con el ingente mar, has devuelto ese inmenso rayo de luz al Sol de la Verdad. Has dado la bienvenida a aquel cautivo de la lejanía al jardín de la reunión y has guiado a quien anhelaba contemplarte a Tu presencia en Tu lugar resplandeciente de luces.
Tú eres el Señor de tierno amor, Tú eres la meta final del corazón anhelante, Tú eres el más caro deseo del alma del mártir.
- `Abdu'l-Bahá
¡Oh mi Dios! ¡Oh Tú que dotas a todo poder justo y dominio ecuánime con gloria perdurable y poder sempiterno, con permanencia y estabilidad, con constancia y honor! Ayuda mediante Tu gracia celestial a todo gobierno que trate a sus súbditos con justicia y a toda autoridad soberana, derivada de Ti, que resguarde a los pobres y a los débiles bajo el estandarte de su protección.
Te suplico, por Tu divina gracia y abundante munificencia, que ayudes a este gobierno justo, el dosel de cuya autoridad se extiende sobre vastos e imponentes territorios y las evidencias de cuya justicia son perceptibles en estas regiones prósperas y florecientes. Ayuda, oh mi Dios, a sus huestes, alza sus insignias, confiere influencia a sus palabras y declaraciones, protege sus territorios, acrecienta su honor, amplía su fama, revela sus signos y despliega su estandarte mediante Tu fuerza que todo lo sojuzga y Tu poder resplandeciente en el reino de la creación.
Tú, ciertamente, ayudas a quienquiera que desees, y Tú eres, verdaderamente, el Todopoderoso, el Omnipotente.
- `Abdu'l-Bahá
¡Oh Tú, Dios bondadoso!
Desde Estados Unidos, ese distante país, viajamos a la Tierra Santa y nos dirigimos a este santo Lugar. Llegamos a los dos benditos y sagrados Umbrales, y obtuvimos de ellos gracia ilimitada. Hemos venido ahora al Monte Carmelo, que es Tu sagrado jardín. La mayoría de los Profetas se dirigieron a Ti en oración en esta santa montaña, y estuvieron en comunión contigo, con la mayor humildad, a la hora de la medianoche.
¡Oh Señor! Estamos ahora en este bendito lugar. Suplicamos Tus infinitas dádivas y anhelamos una conciencia dichosa y tranquila. Deseamos firmeza en la Alianza y buscamos Tu complacencia hasta nuestro último suspiro.
¡Oh Señor! Perdona nuestros pecados y concédenos Tus múltiples favores. Ampáranos en el refugio de Tu protección. Resguarda y protege a estos dos niños pequeños, y críalos en el regazo de Tu Amor.
Tú eres el Perdonador, el Resplandeciente, el Amoroso.
- `Abdu'l-Bahá