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The Universal House of Justice

Ridván 1996

To the Bahá’ís of the World

Dearly loved Friends,

La Casa Universal de Justicia nos ha instruido que les transmitamos las siguientes orientaciones.

El ejemplar del mensaje de Ridván adjunto viene acompañado por un mensaje complementario dirigido a los creyentes de la región en que está enclavado su país, mensaje referido a las aplicaciones particulares del Plan de Cuatro Años. Si bien es importante que los mensajes sean discutidos en la Convención Nacional, no obstante, dadas las limitaciones de tiempo, no será posible para todas las Convenciones Nacionales abordar su contenido de forma exhaustiva. Como es lógico, los mensajes de estas características tienen como fin proporcionar información y servir para el estudio y orientación de los amigos e instituciones. Dado que el próximo Ridván marca el fin de un Plan y el comienzo de otro, con la consiguiente revisión del primero y el anuncio de los requisitos del segundo, el mensaje de Ridván presenta una extensión inusualmente larga.

De ahí que, en esta ocasión, se vean modificadas las orientaciones habituales por lo que respecta a la difusión del mensaje en la Convención Nacional. Por ello deberán decidir cómo y cuándo distribuir los dos mensajes y proporcionar a la Convención la información básica que contienen. Las siguientes sugerencias son orientativas:

Si así lo desean pueden distribuir los dos mensajes a los delegados para que lo estudien por adelantado y puedan utilizarlos durante las consultas de la Convención Nacional.

Durante la Convención, en lugar de leer los dos textos completos, pueden proporcionar un resumen escrito donde se reseñen los principales puntos de ambos recurriendo a pasajes clave. Asimismo cabe solicitar de una persona con la preparación necesaria que presente un resumen oral para beneficio de los delegados, o ambas cosas a la vez.

Por descontado, estas sugerencias no tienen como finalidad impedir la lectura de uno u otro texto; simplemente se las ofrecemos con idea de permitir cierta flexibilidad en la composición del programa de la Convención.

Por otra parte, les enviamos los mensajes con tiempo suficiente para facilitar la traducción, los demás preparativos de la consulta de la Convención, así como la planificación relacionada con el lanzamiento del nuevo Plan. En este sentido, si así lo desean pueden, a título confidencial, compartir el mensaje con los miembros de su institución, miembros de comités y cuantas personas sean imprescindibles en tales preparativos.

A los bahá'ís del Mundo

Muy queridos amigos:

Con corazones rebosantes de gratitud hacia la Bendita Belleza, reconocemos las abundantes manifestaciones de gracia que Él ha derramado durante el Plan de Tres Años, que ahora termina con la llegada de la Festividad de Ridván. El espíritu que animó el Año Santo, ese espíritu que dio impulso al Plan en el Ridván de 1993, ha estado impregnando todo este período de esfuerzos dedicados, y ha hecho que nuestra comunidad mundial sea más resistente, más madura, y que esté más consolidada y segura de sí misma que anteriormente. Al mismo tiempo, el prestigio de la comunidad ha alcanzado nuevas alturas. Aunque este Plan no ha concluido con una nota espectacular de expansión numérica, sin que por ello hayan faltado ingresos importantes en varios países, no obstante el resultado se ha traducido en una comunidad cualitativamente enriquecida, una comunidad preparada para aprovechar las posibilidades inmediatas de avance de la Fe.

El magnífico ritmo al que marchan los proyectos del Monte Carmelo sobresale entre los logros medibles de este período. De hecho, a pesar de las numerosas dificultades, la proyección de logros prevista en nuestro anuncio del Plan de Tres Años resulta más que evidente. Todas las fases de construcción han sido iniciadas. La estructura fundamental del Centro de Estudio de los Textos y de la Ampliación del Edificio de los Archivos Internacionales es ya una realidad, por lo que se ha dado paso a las labores de acabado del interior y exterior de dichos edificios. La erección de la sede permanente del Centro Internacional de Enseñanza, la tercera estructura del Arco en fase de construcción, avanza con rapidez. Siete de las terrazas por debajo del Santuario del Báb están terminadas, en clara muestra del esplendor que ha de irradiar desde el pie hasta la cresta de la Montaña Sagrada de Dios. El público, atento, se maravilla ante el tapizado de belleza que se extiende por las laderas del monte.

La realidad física del progreso tan espléndidamente realizado hasta ahora es prueba de un avance de mayor sustancia, a saber: la unidad de propósito lograda a través de nuestra comunidad global en pos de esta gigantesca empresa colectiva. La intensidad del interés y apoyo conseguidos se ha evidenciado en un flujo de aportaciones sin parangón, clara señal del grado de sacrificio y de la calidad de la fe y generosidad de corazón que por doquier albergan los amantes de Bahá'u'lláh. Que las aportaciones destinadas a los proyectos del Monte Carmelo hayan cumplido la meta del Plan de alcanzar setenta y cuatro millones de dólares constituye otro logro medible y excepcional, hecho que inspira confianza en que el apoyo financiero necesario para estos proyectos se mantendrá hasta completarlos a finales de siglo.

Los signos del progreso registrado durante los tres años pasados se han hecho evidentes en un campo amplio y variado. Los notables esfuerzos por expandir y consolidar la comunidad, el aumento de las iniciativas en materia de desarrollo económico y social, el empuje sin precedentes experimentado en el campo de las relaciones externas, todo ello es fiel reflejo de una comunidad dotada de nuevas capacidades.

En el campo de la enseñanza, ha habido un aumento general de la actividad. Así lo confirma la formación durante el Plan de doce nuevas Asambleas espirituales Nacionales y la afluencia de pioneros y maestros viajeros. Los creyentes de muchos países vibraron con el nuevo enfoque sugerido en la llamada al pioneraje formulada durante el Plan. Han sido numerosos los pioneros con procedencia y destino en diferentes países. Además, tanto dentro como fuera de los respectivos países de origen, ha habido una auténtica marea de maestros viajeros. Los enfoques sistemáticos en las actividades colectivas de enseñanza y los proyectos de enseñanza a largo plazo bien centrados han demostrado ser fértiles, y en algunos países han sido mucho más visibles que con anterioridad.

La energía y creatividad que acompañan a los progresos ocurridos en la expansión y consolidación deben mucho al espíritu emprendedor demostrado por el Centro Internacional de Enseñanza: su dirección constante y los ánimos que ha transmitido a los Cuerpos Continentales de Consejeros; su recomendación de nuevos métodos para el despliegue de pioneros, tal y como quedó respaldado por la Casa Universal de Justicia en la llamada al pioneraje realizada en los primeros meses del Plan, y su apoyo a los Comités Continentales de Pioneros puestos bajo su responsabilidad; su atención incansable a las necesidades educativas de la comunidad, como atestigua su interacción con los Consejeros a propósito de la inclusión en los proyectos de enseñanza de programas de profundización para nuevos creyentes, la concepción de cursos y talleres para la formación de diferentes capacidades, la formación de profesores de niños, y la multiplicación de las clases para niños; su estímulo a los esfuerzos encaminados a establecer institutos de formación en diferentes partes del mundo, todos ellos han producido resultados clamorosos. También al Centro de Enseñanza corresponde el gran mérito de haber influido a través de los Consejeros en que un número mayor de países haya adoptado los programas de literatura básica. En estos programas se han ido seleccionando algunos pocos títulos esenciales para la propagación de la Fe y la profundización de los creyentes; títulos de los que se han lanzado grandes tiradas que luego se han distribuido a precios reducidos. El formidable progreso registrado en la evolución de esta institución vital, que opera en el Centro Mundial, ha sido palpable en la preparación y dirección de la Conferencia de Consejeros de diciembre pasado, que ha allanado el camino para el trabajo de estos muy distinguidos servidores de la Fe en los años inmediatamente venideros.

Un acontecimiento significativo ha sido el aumento notable en la asunción de responsabilidades por parte de los creyentes indígenas en las labores de enseñanza y consolidación de sus propios países. En zonas muy conflictivas tales como Angola, Camboya, Liberia y Sierra Leona, los creyentes han obtenido victorias importantes, bien al realizar actividades de enseñanza que se han traducido en un número apreciable de ingresos, bien al establecer y reactivar Asambleas Bahá'ís, bien al emprender y mantener proyectos de desarrollo. En los lugares que cuentan con Asambleas Espirituales Nacionales recientes, tales como los países del Este, los creyentes han mostrado una capacidad admirable para administrar los asuntos de la Causa. Un hito de este período ha sido el brote de vigor, arrojo y creatividad manifestados por los creyentes de las comunidades isleñas bahá'ís de todo el mundo. Las actividades se han desplegado en un amplio espectro de categorías, desde la incorporación de maestros locales hasta la formación y envío de multitud de maestros viajeros a las islas vecinas, sin olvidar la inauguración de escuelas primarias, las múltiples ocasiones de proclamación de la Fe, y el patrocinio de actos que han contado con la presencia de altos funcionarios y personas influyentes. El hecho de que en los últimos años cierto número de dirigentes de naciones isleñas haya visitado el Centro Mundial Bahá'í viene a ilustrar la vitalidad de las actividades de los creyentes de estas pequeñas tierras dispersas por los siete mares. Considerados en conjunto, los citados ejemplos de actitudes y esfuerzos realizados por los creyentes en medios tan diferenciados son prueba de un compromiso más firme en el trabajo de enseñanza y de una madurez y entereza crecientes, que a su vez reflejan la fe profunda que motiva a los bahá'ís de diversas poblaciones.

Una realidad consonante con estas observaciones puede apreciarse en las aportaciones destacadísimas realizadas por los jóvenes en el campo de la expansión y consolidación. Durante los tres años precedentes sus actividades han adquirido nuevas dimensiones. Movilizados por conferencias de juventud y otras reuniones sensibles a sus intereses, los jóvenes de todo el mundo han invertido ingentes cantidades de tiempo, energía y celo en trabajos de enseñanza como maestros viajeros, dentro y fuera de sus países, y como parte de equipos en proyectos de enseñanza colectiva. Este esfuerzo ha propiciado cientos de ingresos y la formación de muchas Asambleas Espirituales Locales. En muchos lugares la inclusión de la música y de las artes como medio de proclamar y enseñar la Causa ha sido la nota distintiva. La mayor profusión de talleres de danza y arte dramático ha sido particularmente eficaz. Asimismo, se ha podido atestiguar una gran aumento de ofrecimientos de de un año de servicio. La participación de los jóvenes en los asuntos externos ha abierto en este terreno nuevas vías de trabajo para la Fe. Al mismo tiempo ha habido un aumento notable del número de jóvenes que han completado estudios formales y que han logrado grandes niveles de excelencia académica, profesional y técnica, todo lo cual viene a ilustrar que los jóvenes están dando mucho más de sí en el servicio a la Fe al par que contribuyen al desarrollo general de la sociedad.

Los signos de la consolidación de la comunidad han podido apreciarse en la mayor participación de los creyentes en el desarrollo social y económico, especialmente en el campo de la educación. En un caso extraordinario el gobierno de cierto país solicitó de los bahá'ís que asumieran la responsabilidad de dirigir siete escuelas públicas, como así hicieron con el apoyo de la Oficina de Desarrollo Económico y Social del Centro Mundial. También merece destacarse que en África algunas comunidades bahá'ís, exiliadas por causa de la inestabilidad política de su país de origen, han proseguido la realización de iniciativas agrícolas y otros proyectos que representan un gran avance hacia la autosuficiencia. Los esfuerzos invertidos en mejorar la condición de la mujer han cobrado impulso en cierto número de países donde, además de participar en proyectos patrocinados por otras organizaciones, las instituciones bahá'ís han establecido comités y oficinas que sirven a los intereses de las mujeres. La Oficina de la Comunidad Internacional Bahá'í para el avance de la mujer ha surgido como un símbolo de esta marea imparable.

En algunos países, ha habido asimismo una participación significativa en programas de mejora sanitaria bajo patrocinio gubernamental. En otros casos, han sido los propios bahá'ís quienes han emprendido y ejecutado tales programas. El trabajo en el campo del desarrollo económico y social se ha visto realzado por el establecimiento y consolidación firme de algunos proyectos y organizaciones. Así, tres proyectos piloto de alfabetización han sido emprendidos en lo que constituye el primer paso hacia una campaña de alfabetización que la Oficina de Desarrollo Económico y Social aspira a hacer extensiva al resto del mundo. La iniciación y participación en proyectos de desarrollo también ha comportado su grado de proclamación de la Fe como consecuencia de la participación del público y del interés demostrado por los medios de difusión.

El trabajo de asuntos externos ha conocido un gran empuje, muy superior a cualquiera de los antes registrados en un período similar de tiempo, reforzando así la proclamación de la Causa. En todas partes del mundo el prodigioso despliegue de esfuerzo realizado se ha traducido en una visibilidad de la Fe, muy superior a la registrada con anterioridad, y al consiguiente mayor prestigio de la comunidad internacional bahá'í. Los trazos maestros de este progreso se han hecho evidentes en la facilidad con que las comunidades bahá'ís, grandes o pequeñas, han organizado o participado en actos públicos; en el surgimiento de los bahá'ís como una fuerza de la sociedad reconocida por las organizaciones tanto gubernamentales como no gubernamentales y por muchas personas destacadas, y también en la pronta acogida dispensada por los medios de difusión. Ciertamente, la amplia cobertura otorgada a los actos e intereses bahá'ís por parte de los medios de comunicación impresa y electrónica es incalculable

Dentro de la amplia gama de actividades llevadas a cabo en todo el mundo destacan algunos acontecimientos concretos: la frecuencia con que los bahá'ís han sido invitados por parte de altos funcionarios a participar o colaborar en actos y proyectos; las iniciativas felizmente culminadas con que los bahá'ís han podido influir en la acción de gobierno; el establecimiento de programas académicos y cursos en escuelas universitarias y universidades, junto con la adopción de material curricular por las escuelas públicas; el uso que en los actos de proclamación han venido realizando las instituciones bahá'ís, grupos y creyentes.

Durante 1995, ha habido dos eventos de Naciones Unidas que ejemplifican el impulso creciente que empieza a cobrar la unidad de pensamiento en las empresas mundiales. Los dos contaron con la participación y atención activa de la comunidad Bahá'í. El primero fue la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social de Copenhague, celebrada en marzo, en la que estuvieron presentes más de 250 amigos, procedentes de más de 40 países, quienes realizaron un impresionate despliegue informativo para familiarizar con las Enseñanzas a los participantes de la Cumbre y a las Organizaciones No Gubernamentales del Foro paralelo. Con esta ocasión se lanzó, distribuyó y discutió por primera vez "Prosperidad mundial", declaración de la Oficina de Información Pública de la Comunidad Internacional Bahá'í. Las actividades de seguimiento llevadas a cabo en todo el mundo incluyeron la celebración de conferencias y seminarios, así como la distribución de la declaración. El segundo evento fue la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer y el Foro paralelo de ONGs, celebrados en Pekín. Más de 500 bahá'ís de todo el mundo, sin contar la delegación oficial de la Comunidad Internacional Bahá'í, estuvieron presentes. Ese mismo año, un tercer acontecimiento, la celebración del 50 Aniversario de Naciones Unidas, movió a la Comunidad Internacional Bahá'í a crear y distribuir la declaración que bajo el título "Hora decisiva para todas las naciones" viene a presentar una serie de propuestas para el desarrollo de dicha organización mundial.

En el campo de los asuntos externos revisten asimismo especial significado dos ocasiones señaladas por la destacada participación de Amatu'l-Bahá' Rúhíyyih Khanum, quien en la pasada primavera encabezó la delegación compuesta por cuatro representantes oficiales bahá'ís que acudió a la Cumbre sobre la Alianza entre Religiones y Conservación, que, bajo el patronato de Su Alteza Real el Príncipe Philip, tuvo por escenario el castillo de Windsor. Ya en octubre, Rúhíyyih Khanum fue la oradora principal en el Cuarto Diálogo Internacional sobre la Transición hacia una Sociedad Global, acto que, bajo los auspicios de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), fue organizado por la Cátedra Bahá'í para la Paz Mundial y por el Departamento de Historia de la Universidad de Maryland.

Tampoco podemos dejar de mencionar otros hitos significativos de este período. Se ha publicado en el idioma árabe original una edición del Kitáb-i-Aqdas, acompañada por vez primera de las notas en persa, que, al igual que en inglés, son un complemento del texto. La ley del Huqúqu'lláh ha arraigado más firmemente en el corazón de los creyentes de todo el mundo. Durante el último año del Plan, el Fiduciario del Huqúqu'lláh, la Mano de la Causa de Dios Ali-Muhammad Varqa, tomó residencia en la Tierra Santa. Este señalado paso significa también que las tres Manos de la Causa de Dios -Amatu'l-Bahá Rúhíyyih Khanum, el Sr. Ali-Akbar Furutan y el Dr. Varqa- residen ahora en el Centro Mundial, donde son una fuente de inspiración para los peregrinos y visitantes, así como para los amigos que sirven en el Centro Mundial.

Con este telón de fondo formado por acontencimientos esperanzadores, nos embarcamos en este Ridván en un Plan de Cuatro Años que ha de llevarnos hasta el Ridván del año 2000. Encarecemos con todo amor a nuestros hermanos y hermanas de todas las tierras a que se sumen a una movilización de esfuerzos que asegure un legado abundante y duradero a las generaciones de ese inminente siglo XXI.

El Plan de Cuatro Años tiene como aspiración un logro principal: conseguir un significativo avance en el proceso de entrada en tropas. Tal y como afirmamos anteriormente, tal avance debe conseguirse mediante un progreso marcado en la actividad y desarrollo de cada creyente, de las instituciones y de la comunidad local.

La frase "avance en el proceso de entrada en tropas" viene a significar que las circunstancias presentes demandan, y las oportunidades actuales permiten, un crecimiento sostenido de la comunidad mundial bahá'í a gran escala; que este aumento viene requerido por las actuales condiciones del mundo; que los tres integrantes en la erección del Orden de Bahá'u'lláh -el creyente, las instituciones y la comunidad- pueden promover dicho crecimiento primero mediante la aceptación espiritual y mental de dicha posibilidad, y segundo mediante el trabajo encaminado a incorporar las masas de nuevos creyentes; y ello supone poner en movimiento los medios para efectuar su formación y desarrollo espiritual y administrativo, lo que a su vez ha de multiplicar el número de maestros y administradores versados y activos, cuya participación en las tareas de la Causa ha de asegurar el flujo constante de nuevos creyentes, la evolución ininterrumpida de las Asambleas Bahá'ís y una consolidación firme de la comunidad.

Por otra parte, hacer que este proceso avance presupone que el proceso está ya en marcha y que las comunidades locales y nacionales se encuentran atravesando diferentes fases de éste. Todas las comunidades tienen ahora encomendada la tarea de dar pasos y mantener constancia en los esfuerzos por lograr un nivel de expansión y consolidación a la medida de sus posibilidades. Si bien es verdad que el creyente y las instituciones actúan en esferas diferenciadas, están llamados a alzarse y a hacer frente a los requisitos de esta hora crucial en la vida de nuestra comunidad y en los destinos de toda la humanidad.

En el trabajo de la Causa el papel del creyente posee una importancia única. Es el creyente el que manifiesta la vitalidad de la fe, vitalidad de la que depende el triunfo de las labores de enseñanza y el desarrollo de la comunidad. El mandato de Bahá'u'lláh por el que cada creyente debe enseñar la Fe coloca una responsabilidad ineludible que no puede trasladarse ni ser asumida por ninguna institución de la Causa. Sólo el creyente puede ejercer capacidades como la habilidad de tomar la iniciativa, aprovechar las oportunidades, trabar amistades, interactuar personalmente con los demás, establecer relaciones, ganar la colaboración de otras personas en un mismo servicio a la Fe y a la sociedad, y a convertir en acción las decisiones tomadas por los cuerpos consultivos. Es deber de cada creyente "considerar todas las vías de enfoque a su alcance en sus intentos de llamar la atención, conservar el interés y ensanchar la fe de aquellos a quienes desea atraer hacia el aprisco de la Fe".

El creyente hará un uso óptimo de estas capacidades si extrae fuerzas del amor a Bahá'u'lláh, del poder del Convenio, de la dinámica de la oración, de la inspiración y educación que se obtiene mediante la lectura regular y el estudio de los Textos Sagrados, y de las fuerzas transformadoras que operan en su alma al esforzarse por conducirse según las leyes y principios divinos. Además de todo ello, el creyente, por haberle sido confiada la tarea de enseñar la Causa, está dotado de la capacidad de atraer las bendiciones especiales prometidas por Bahá'u'lláh. "Quienquiera que abra sus labios en este Día -afirma la Bendita Belleza- y haga mención del nombre de Su Señor, las huestes de la inspiración Divina descenderán sobre él desde el cielo de Mi nombre, el Omnisciente, el Sapientísimo. También descenderán sobre él los moradores del Concurso de lo Alto, cada uno portando en alto un cáliz de luz pura".

Shoghi Effendi, subrayando la necesidad absoluta de la iniciativa y acción individuales, ha explicado que sin el respaldo de la persona, "al mismo tiempo entregado, continuo y generoso", todos los planes y medidas adoptados por su Asamblea Espiritual Nacional están "condenados al fracaso", el propósito del Maestro del Plan Divino se ve "frustrado" y, lo que es más, la fuerza sostenedora del propio Bahá'u'lláh "se ha de apartar de todos y cada uno de los creyentes que a largo plazo no se alcen a desempeñar su parte". De ahí que, en el corazón mismo de todo progreso que deba realizarse, sea el creyente quien posee el poder de ejecución, que sólo él puede ejercitar con su propia iniciativa y acción sostenida. En cuanto a los sentimientos de falta de capacidad que a veces frenan la iniciativa individual, una carta escrita en nombre del Guardián sirve de consejo: "Entre los principales, menciona Vd. la falta de arrojo y de iniciativa por parte de los creyentes, y cierto sentimiento de inferioridad que impide a los creyentes dirigirse al público. Precisamente son estas debilidades las que él desea que superen los amigos, pues éstas no sólo paralizan sus esfuerzos sino que de hecho apagan la llama de la fe en sus corazones. Hasta que los amigos no lleguen a comprender que cualquiera de ellos es capaz, dentro de su propia medida, de entregar el Mensaje, jamás podrán concebir esperanzas de alcanzar la meta a la que les emplazó un Maestro sabio y amoroso (...). Cada cual es un maestro en potencia. Lo único que le corresponde hacer es emplear lo que Dios le ha dado y de esa manera demostrar que es fiel a su encomienda".

En cuanto a las instituciones, la entrada en tropas actuará sobre ellas tanto como ellas puedan hacerlo sobre la entrada en tropas. La evolución de las Asambleas locales y nacionales requiere en esta hora un nuevo estado de mente por parte de sus miembros, así como por parte de quienes les eligen, pues la comunidad bahá'í se encuentra ocupada en un proceso histórico que está entrando en una etapa crítica. Bahá'u'lláh ha dado al mundo instituciones para actuar dentro de un Orden concebido para encauzar las fuerzas de una nueva civilización. El progreso en tan gloriosa empresa requiere una expansión grande y continua de la comunidad bahá'í que dé base suficiente para la maduración de estas instituciones. Éste es un asunto de importancia inmediata para los creyentes declarados de todos los países.

Para que esta expansión encuentre estímulo y cabida, las Asambleas Espirituales deben alcanzar un nuevo nivel en el ejercicio de sus responsabilidades como canales de la guía divina, planificadoras de las labores de enseñanza, potenciadoras de los recursos humanos, constructoras de comunidades, y amorosas pastoras de las multitudes. Podrán cumplir tales designios si acrecientan la habilidad de sus miembros para decidir en consejo de acuerdo con los principios de la Fe y al consultar con los amigos bajo su jurisdicción; si fomentan el espíritu de servicio; si colaboran de forma espontánea con los Consejeros Continentales y sus auxiliares; y si cultivan sus relaciones externas. En especial la evolución de las instituciones debe manifestarse en la multiplicación de las localidades en las que el funcionamiento de la Asamblea Local potencia la capacidad del creyente de servir a la Causa y promueve una acción unificada. En suma, la madurez de la Asamblea Espiritual debe medirse no sólo por la regularidad de sus reuniones y la eficacia de su funcionamiento, sino también por la continuidad del crecimiento numérico de los creyentes, la eficacia de la interacción entre la Asamblea y los miembros de la comunidad, la calidad de la vida espiritual y social de la comunidad, y el sentido conjunto de la vitalidad de una comunidad en un proceso de desarrollo dinámico y continuo.

La comunidad, a diferencia del creyente y de las instituciones, asume su propio carácter e identidad conforme crece de tamaño. Éste es un fenómeno al que debe prestarse gran atención tanto por lo que afecta a lugares donde la incorporación a gran escala de creyentes es ya un hecho, como en previsión de más casos de entrada en tropas. Por supuesto, una comunidad es algo más que la suma de sus miembros; es una unidad amplia de civilización compuesta por personas, familias e instituciones que son las originadoras y animadoras de sistemas, instituciones y organizaciones que laboran juntos con un propósito común en pro del bienestar de las gentes de dentro y fuera de su contorno; es un compuesto de participantes diversos en interacción que se unen en una búsqueda sin tregua del progreso espiritual y social. Puesto que los bahá'ís de todas partes se encuentran en los comienzos mismos del proceso de hacer comunidad, va a ser necesario dedicar enormes esfuerzos a las tareas que les aguardan.

Tal y como dijimos en un mensaje anterior, el florecimiento de la comunidad, sobre todo a nivel local, requiere un realce significativo de las pautas de conducta: esas pautas en las que la expresión colectiva de las virtudes de la persona y el funcionamiento de la Asamblea Espiritual se manifiestan en la unidad y camaradería de la comunidad y en el dinamismo de su propia actividad y crecimiento. Ello requiere la integración de los elementos integrantes -adultos, jóvenes y niños- dentro de las actividades espirituales, sociales, educativas y administrativas; y su aplicación entregada a los planes locales de enseñanza y desarrollo. Supone un sentido de propósito y una voluntad colectiva por perpetuar la Asamblea Espiritual mediante elecciones anuales. Conlleva la práctica de la adoración colectiva de Dios. Por consiguiente, es esencial para la vida espiritual de la comunidad que los amigos celebren regularmente reuniones devocionales en sus centros locales bahá'ís, donde los haya, o en otros sitios, incluyendo los hogares de los creyentes.

Para hacer reales las posibilidades de expansión y consolidación que comporta la entrada en tropas, debe hacerse un esfuerzo decidido en todo el mundo por desarrollar los recursos humanos. El esfuerzo de los creyentes por celebrar clases de estudio en sus hogares, el patrocinio por las instituciones de cursos ocasionales de instrucción, y las actividades informales de la comunidad, aunque importantes, no bastan para la educación y formación de una comunidad en rápida expansión. Por tanto, reviste fundamental importancia que se preste atención sistemática a idear métodos con que educar a gran número de creyentes en las verdades fundamentales de la Fe, métodos que habrán de ayudarles y formarles para el servicio a la fe conforme a los dones que Dios les ha concedido. No debe haber retrasos en el establecimiento de institutos permanentes concebidos para proporcionar programas de formación formalmente dirigidos, bien organizados y ajustados a un calendario regular. Por supuesto, será preciso contar con instalaciones físicas, pero no necesariamente en propiedad.

Este asunto reclama una intensificación de la colaboración entre los Consejeros Continentales y las Asambleas Espirituales Nacionales. En efecto, el éxito de estos institutos de formación dependerá en gran medida de la participación activa en su funcionamiento de los Consejeros Continentales y de los miembros del Cuerpo Auxiliar. Muy especialmente va a ser necesario que los miembros del Cuerpo Auxiliar mantengan una estrecha relación de trabajo con los institutos y, por supuesto, con las Asambleas Espirituales Locales beneficiarias de los programas. Puesto que los institutos deben ser tenidos por centros de aprendizaje, y puesto que su carácter da cabida y armoniza con el ejercicio de las responsabilidades educativas de los miembros del Cuerpo Auxiliar, su participación íntima en el funcionamiento del instituto debe convertirse ahora en parte de las funciones evolutivas de estos servidores de la Fe. El recurso a las destrezas y habilidades de un número creciente de creyentes también va a ser vital para el desarrollo y ejecución de los programas de instituto.

Dado que el término "instituto" ha adquirido diferentes usos en la comunidad bahá'í, no está de más hacer ciertas precisiones aclaratorias. Los próximos cuatro años constituyen un período extraordinario en la historia de nuestra Fe, un punto de inflexión de enorme magnitud histórica. Lo que se pide que hagan los amigos de todo el mundo es que comprometan sus personas, recursos materiales, destrezas y tiempo en el desarrollo de una red de institutos de formación a una escala nunca antes acometida. Estos centros de aprendizaje bahá'í se propondrán como meta obtener un resultado sumamente práctico, a saber: el surgimiento de gran número de creyentes formados para promover y facilitar, con amor y eficacia, el proceso de entrada en tropas.

"Centrad vuestras energías en la propagación de la Fe Dios". Así instruye Bahá'u'lláh a Sus siervos, añadiendo: "El que sea digno de tan elevada vocación, álcese a promoverla. El que no sea capaz, es su deber nombrar a alguien que desee proclamar esta Revelación en su lugar (...)". Del mismo modo como alguien delega en otra persona para que enseñe en su lugar, cubriendo a ese fin los gastos de un pionero o maestro, igualmente puede delegar en un maestro para que preste servicios en un instituto, pues, por descontado, se trata de un maestro de maestros. A tal objeto, los creyentes pueden contribuir al Fondo Bahá'í Continental, además de a los Fondos locales, nacionales e internacionales, identificando debidamente su propósito.

Asimismo, se les pide a los amigos que, en todos los esfuerzos por plasmar la aspiración del Plan de Cuatro Años, dediquen más atención al uso de las artes, no sólo para la proclamación, sino también para el trabajo de expansión y consolidación. Las artes gráficas y dramáticas, así como la literatura, han desempeñado, y pueden seguir haciéndolo, un papel muy destacado al permitir que se extienda la influencia de la Causa. Por lo que respecta al arte popular, tal faceta admite ser cultivada en todas partes del mundo, sea en pueblos, ciudades o grandes urbes. Shoghi Effendi tenía depositadas grandes esperanzas en las artes como medio para atraer la atención hacia las Enseñanzas. Una carta escrita en su nombre y dirigida a un creyente refleja el punto de vista del Guardián: "La Causa llegará a difundirse como un fuego arrasador cuando su espíritu y enseñanzas sean representados como un todo en el escenario, en el arte y en la literatura. El arte puede despertar tan nobles sentimientos mejor que el frío raciocinio, especialmente entre las masas".

Al tiempo que los amigos y las instituciones de todas partes dedican sus energías a cumplir los requisitos del Plan, las labores de los grandes proyectos del Monte Carmelo proseguirán hacia su esperada conclusión a fines de siglo. En el Ridván del año 2000, los edificios del Centro para el Estudio de los Textos Sagrados y la Ampliación del edificio de los Archivos Internacionales entrarán en funcionamiento; el edificio del Centro Internacional de Enseñanza habrá alcanzado la última etapa de acabado. Se habrá rebajado el tramo de la calzada pública que ahora interrumpe las terrazas por encima del Santuario del Báb, y se habrá construido un puente de enlace dotado con sus propios jardines; también se habrán completado cinco de las terrazas superiores. Las cuatro terrazas superiores restantes y las dos situadas al pie de la montaña se encontrarán en un estado avanzado de desarrollo. En el Centro Mundial se harán otros esfuerzos especiales. Así, se dedicará atención a tales asuntos como la aplicación universal de más leyes del Kitáb-i-Aqdas, la preparación en inglés de otro volumen de selección de Escritos de Bahá'u'lláh, un nuevo desarrollo de las funciones del Centro Internacional de Enseñanza, y la concepción de medidas destinadas a incrementar el número de peregrinos y visitantes del Centro Mundial.

La comunidad mundial bahá'í va a experimentar una expansión de sus esfuerzos tanto en el área del desarrollo social y económico como en la de los asuntos externos, y por tanto va a continuar prestando su colaboración directa con las fuerzas que laboran por establecer el orden en el mundo. Con la mejora de su capacidad de coordinación, la Oficina de Desarrollo Social y Económico ayudará a avanzar, según lo permitan los recursos y oportunidades, sobre la base del progreso ya registrado por los cientos de proyectos de desarrollo en curso por todo el mundo. En el campo de los asuntos externos, los trabajos se propondrán influir en los procesos encaminados a la paz mundial, sobre todo mediante la participación de la comunidad en la promoción de los derechos humanos, la condición de la mujer, la prosperidad global y el desarrollo moral. En este sentido, la Oficina de Naciones Unidas de la Comunidad Internacional Bahá'í buscará modos de estrechar los lazos entre los bahá'ís y Naciones Unidas. Análogamente, la Oficina de Información Pública ayudará a las instituciones bahá'ís a valerse de estos temas con miras a una mayor proclamación de la Fe. La defensa de los derechos de los bahá'ís de Irán y los esfuerzos crecientes por emancipar a la Fe en dicho país y en otros países donde está proscrita constituirán una parte vital de nuestras relaciones con los gobiernos y organizaciones no gubernamentales. Se urge a todos los amigos e instituciones bahá'ís a que en todos estos respectos sean sensibles a la importancia de las actividades en el campo de los asuntos externos, y a que les presten una atención renovada.

La formación en este Ridván de dos Asambleas Nacionales proporciona un comienzo auspicioso al Plan de Cuatro Años. Nos complace anunciarles que nuestros dos representantes en las dos Convenciones Nacionales inaugurales son la Mano de la Causa de Dios Amatu'-l-Bahá' Rúhíyyih Khanum (Moldavia); y el Sr. Fred Schechter, Consejero Miembro del Centro Internacional de Enseñanza (Santo Tomé y Puerto Príncipe). Lamentablemente, por razones que escapan a su control, las Asambleas Espirituales Nacionales de Burundi y Ruanda no podrán ser reelegidas este año. En consecuencia, el número total de instituciones nacionales se mantendrá en 174.

El Ridván del año 2000, punto en el que ha de concluir el Plan de Cuatro Años, ocurrirá meses antes de que se extinga el siglo XX. En tal coyuntura, el mundo bahá'í apreciará restrospectivamente los extraordinarios acontecimientos y los deslumbrantes logros que habrán distinguido los anales de la Causa de Dios durante ese histórico período, -un período que 'Abdu'l-Bahá denominó el "siglo de la luz". No será el menor de los logros que habrán de reconocerse el haber completado los actuales proyectos del Monte Carmelo, los cuales, sumados a los demás edificios de la montaña sagrada, se alzarán como un monumento al progreso que para entonces habrá alcanzado el Orden Administrativo dentro de la Época Formativa. El punto culminante en tal rememoración lo constituirá un gran evento destinado a marcar la la conclusión de los edificios del Arco y la apertura al público de las terrazas del Santuario del Báb.

Amados amigos, entramos en este Plan en medio de las turbulencias de un período de transición acelerada. Los procesos gemelos propiciados por el impacto de la Revelación de Bahá'u'lláh avanzan rápidamente, cobrando un impulso que, en palabras de Shoghi Effendi, "hará que las fuerzas que están transformando la faz del planeta lleguen a su clímax". Uno de ellos es un proceso de integración, en tanto que el otro es disgregador. Del seno de este "proceso de fermentación universal" creado por ambos procesos ha de surgir la paz, una paz a través de cuyas sucesivas etapas se harán sentir los efectos integradores de una conciencia creciente de ciudadanía mundial.

En este sentido, los recientes acontecimientos mundiales, se presentan, paradójicamente, con rasgos a un tiempo turbadores y alentadores. Por un lado, la confusión de los asuntos humanos produce una ración diaria de horrores que embotan la sensibilidad; por otro lado, los dirigentes mundiales están emprendiendo acciones conjuntas que, para el observador bahá'í, subrayan una tendencia por parte de las naciones hacia la resolución en común de problemas mundiales. Tómese, por ejemplo, la frecuencia inusual de los encuentros globales con que los dirigentes vienen reuniéndose desde el Año Santo, hace cuatro años. Tal ha sido el caso del 50 Aniversario de Naciones Unidas, con cuyo motivo los jefes de estado y jefes de gobierno afirmaron su compromiso con la paz mundial. También es de destacar la prontitud y espontaneidad con que estos dirigentes de gobierno han estado actuando conjuntamente en respuesta a una serie de crisis en diferentes partes del mundo. Tales tendencias coinciden con las llamadas cada vez más intensas que desde algunos círculos preclaros están surgiendo en pro de que se estudie la viabilidad de alguna forma de gobernación mundial. ¿No hemos de ver en estos acontecimientos vertiginosos la impronta de una Mano providente, más aún, la anunciadora misma de una ocasión monumental predicha en nuestros Escritos?

Aunque el establecimiento de la Paz Menor no depende de ningún plan o actividad bahá'í, y aunque no ha de representar la meta última que la humanidad está destinada a alcanzar en la Edad de Oro, nuestra comunidad tiene la responsabilidad de transmitir un impulso espiritual a los procesos de esa paz. En esta hora precisa, la necesidad consiste en redoblar nuestros esfuerzos en la construcción del Sistema Bahá'í de tal manera que atraigamos las confirmaciones de Bahá'u'lláh y, por ello mismo, concitemos esa atmósfera que contribuye a la aceleración de tales procesos. Dos retos fundamentales nos confrontan: uno es montar una campaña de enseñanza en la que esté comprometido entusiasta, sistemática y personalmente el conjunto de los miembros de nuestra comunidad, y en la que la ejecución de un programa de formación amplio garantice el desarrollo de una masa de recursos humanos; el otro requiere completar los proyectos de construcción del Monte Carmelo, a cuyo efecto debe realizarse todo sacrificio a fin de proveer una efusión generosa de medios materiales. Estos dos centros focales, si son atendidos con resolución, promoverán las condiciones que han de permitir la liberación de fuerzas represadas que forjarán un cambio en la dirección de los asuntos humanos del planeta entero.

Por muy corto que sea, el camino que lleva a la paz va a ser tortuoso; por muy prometedor que sea el esperado acontecimiento que inicie su andadura, habrá de madurar a través de un largo período de evolución -con sus pruebas, reveses y conflictos acompañantes- hasta ese momento cuando, bajo el influjo directo de la Fe de Dios, habrá cobrado cuerpo en forma de la Más Grande Paz. Entretanto, las gentes de todas partes habrán de hacer frente a la desesperación y al aturdimiento antes siquiera de poder apreciar el proceso mismo de transición. Nosotros, quienes hemos sido iluminados por la nueva Revelación, contamos con la Palabra sagrada para afianzarnos, con un Plan Divino que nos guía, con una historia de valentía para infundirnos arrojo. Por tanto, cobremos ánimos no sólo de la Palabra que atesoramos, sino también de los actos de heroísmo y sacrificio que incluso hoy resplandecen en la tierra en la que nació nuestra Causa.

Durante cerca de diecisiete años nuestros hermanos perseguidos de Irán han demostrado una constancia de fe y coraje que ha hecho que la Fe haya sido proclamada amplísimamente, forzando a que salga de la oscuridad. Aquí está, pues, la prueba viviente, en nuestra propia época, de las fuerzas de crisis y de victoria. Quiera Dios que no pase mucho tiempo antes de que nuestros hermanos iraníes sean liberados del yugo que sobrellevan y que sean conducidos a las glorias y maravillas de una victoria como sólo la Bendita Belleza puede conceder. Su experiencia constituye una señal y un ejemplo para todos nosotros, sea donde sea que vivamos; pues, en su momento, la oposición -tal y como nos dijo el Maestro- se dejará sentir en todos los continentes. Aunque su carácter difiera de un lugar a otro, sin duda será intensa. Empero, gracias a la gracia fortalecedora de Bahá'u'lláh y a la demostración de firmeza de estos nobles amigos, sabremos cómo recibir sin temor los dardos del enemigo. En verdad, el Señor de las Huestes ha prometido conducir a Su pueblo hacia un triunfo arrollador y decisivo.

Mientras la humanidad sufre el acoso, el tormento y los estragos a que le somete una civilización desbocada, mantengamos nuestras cabezas y corazones centrados en las tareas divinas que tenemos por delante. Pues, en medio de esta agitación van a abundar oportunidades que hemos de aprovechar para "difundir por todas las regiones el conocimiento del poder redentor de la Fe de Bahá'u'lláh y para incorporar nuevos reclutas al ejército en alza de Sus seguidores". Este plan con el que ahora estamos comprometidos se enclava en una de las horas más cruciales en la vida del planeta. Su destino es preparar nuestra comunidad para hacer frente a los cambios acelerados que están teniendo lugar en el mundo, y para colocar a nuestra comunidad en situación de poder resistir el peso de las pruebas y retos acompañantes, y para hacer más visible un modelo de funcionamiento hacia el que el mundo, como consecuencia de una transición tumultuosa, pueda volverse en busca de ayuda y ejemplo. Así, el presente Plan adquiere un lugar especial en el esquema de la historia bahá'í y mundial. Los que se mantengan de entre nosotros despiertos ante la visión de la Fe son particularmente privilegiados de estar conscientemente comprometidos en los esfuerzos dirigidos a estimular y en su momento potenciar tales procesos.

Quiera pues que todos vosotros os alcéis a emprender las tareas de este momento crucial. Quiera que cada uno de vosotros inscriba su huella en este breve espacio de tiempo que aparece cargado de potencialidades y esperanzas para toda la humanidad. A fin de que los drásticos acontecimientos de esta época de transición no azoren ni distraigan vuestros corazones, tened presente el consejo de nuestro guía infalible, Shoghi Effendi: "No nos corresponde a nosotros, insignificantes mortales como somos, el intentar en tan crítica fase de la larga y accidentada historia de la humanidad, llegar a una comprensión precisa y satisfactoria de los pasos que de forma sucesiva han de conducir a una humanidad exangüe, infelizmente olvidada de su Dios, e indiferente hacia Bahá'u'lláh, desde su calvario hasta su resurrección última (...) Antes bien, nuestra es la tarea, por confusa que sea la escena, por sombrío que sea el actual panorama, por limitados que sean los recursos de que dispongamos, de laborar serenamente, con confianza y sin tregua para prestar nuestra parte de socorro, y de cualquier modo que las circunstancias permitan, a la actuación de las fuerzas que, organizadas y dirigidas por Bahá'u'lláh, están conduciendo a la humanidad desde el valle de la miseria y la vergüenza a las más encumbradas cimas de honor y gloria".

 

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